14 sept 2010

Y en el laberinto



La prisión se ha abierto de nuevo liberando el precioso regalo del universo que, aunque incomprensible y envuelto de misterios y sombras, es el significado que mantiene a la vida y sosiega a los muertos; la luz de una esperanza y la oscuridad de un miedo fundado en las inquietudes propias de todos los seres que habitan en el mismo espacio y tiempo. 

Intangible y poderoso es aquello que se esconde en el bosque donde existe cabida para todas las sombras y los brillos perennes que nos conforman y rigen en una dualidad absoluta cuya tormenta la han soportado miles de seres durante el largo paso del tiempo. Habita en un bosque cuya fortaleza se encuentra en la tierra y donde los enhiestos robles se posan formando una clase de extrañas rejas pertenecientes a una prisión sin nombre y sin cerradura alguna. Existe un sendero en aquel bosque donde la lluvia no se detiene y cuyas gotas caen sobre el suelo húmedo y frío, alimentando a la tierra y al cielo en un ciclo sin fin.

Ahora la tormenta ha comenzado y nuevamente me encuentro frente a mis pesadillas más adversas obstaculizando mi andar en un mundo desconocido para mí. Durante esta tormenta cientos de gotas gélidas y cristalinas provenientes del cielo iracundo, caían en lo más profundo de mi pecho atemorizando cada parte de mi ser, creando una nueva tempestad en mis pensamientos cuyo viento arrasaba con su enorme poder la fortaleza que me quedaba, y que había sido olvidada por un largo tiempo detrás de una cerradura frágil cubierta por el frío de una oscuridad inmensurable que detenía todo en mí, al congelar cualquier sentimiento y voluntad, convirtiéndome en un laberinto de ilusiones del cual no existía forma de escapar.

Sin embargo, no sólo era oscuridad lo que había alrededor, también veía luces lejanas que me invadían de candor y sosiego, y, a las cuales trataba de alcanzar atravesando tortuosos senderos que formaban un laberinto de bellas visiones y después de despertar de un sueño hermoso una y otra vez, me encontraba nuevamente en medio de penumbra y soledad donde el frío viento congelaba mis pasos regresándome al encierro inerte de donde alguna vez había salido. 


Ethain 


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