15 sept 2010

El baile de las sombras





 “Cubre con tu manto de media noche a la 
visión pérfida de bellas poesías, 
sumérgete en las aguas de pensamientos
que muestran la tortura de una tormenta sin fin,
pues ahí encontrarás el
significado de mis palabras. . .”


En medio de la penumbra de un bosque desolado donde los viejos robles apacibles parecían estar en un sueño eterno, la densa niebla detenía mis pasos envolviéndome de sombras que subyugaban mis sueños frente a un reflejo que se originaba del agua turbia que ante mis pies semejaba un lago profundo de crueles sentimientos de desesperanza y dolor. El viento frío que provenía de cualquier dirección, susurraba funestas melodías al pasar entre los enhiestos árboles cubiertos de nieve perpetua, lugar donde mis fuerzas terminaban y comenzaba un enorme desasosiego desde lo más recóndito de mis pensamientos.


Durante varios días, quizá meses, caminé por un largo sendero de siniestra oscuridad donde mis peores pesadillas abordaron en silencio a mis pequeños sentimientos ahogándolos de angustia, penumbra y soledad. Algunas veces el gélido viento, que traía consigo restos de flores marchitas que la tierra había olvidado; tocaba mis pensamientos, congelaba mi voluntad y fue convirtiéndose en el más terrible de todos mis miedos. Paralizada en medio de esa atmósfera de frío intenso no podía llorar ni pensar, era como una prisión gélida de la cual no podía escapar y todo parecía una terrible pesadilla, sin embargo, estaba despierta.


No recordaba mi nombre ni lo que fui alguna vez, era una sensación extraña, un enorme vacío, un gran dolor en el pecho causado por la inefable soledad y la desdicha que recorría cada rincón de mi ser; todo parecía detenerse en un instante etéreo y sublime, pero todo a mi alrededor se movía y cambiaba, y fue en ese momento cuando me abrazó un sentimiento perenne, un terrible escalofrío heló mi alma entera al darme cuenta que no había caminado, me encontraba en el mismo lugar donde comenzó este tortuoso andar.


Horrorizada por el insólito suceso, intenté correr, pero no pude hacerlo porque me encontraba de pie en medio de un lúgubre lago de aguas negras que parecían salir de las peores pesadillas que nadie ha imaginado. Sin embargo, mis pies no tocaban aquella agua misteriosa, parecía suspenderme en el espacio envuelta de una extraña energía que no dejaba de atemorizarme a cada momento. Grité lo más fuerte que pude, pero nadie me escuchó, estaba sola en esa espantosa realidad y miré hacia el cielo buscando respuestas, pero lo único que encontré fue más oscuridad. Entonces mi corazón se cubrió de la densa niebla de aquél bosque, en lo único que podía pensar era en la forma de salir de ese hostil lugar y desde lo más profundo de mi ser apareció una sensación funesta que desvaneció toda esperanza.


Mi mente comenzó a dar vueltas de nuevo, no hallaba explicación alguna para semejante acontecimiento, la tristeza me invadió como una terrífica tormenta, cuyos relámpagos irascibles azotaban hasta el último rincón de mis pensamientos, sumergiéndome en un laberinto cuyas paredes eran las ilusiones de desmesuradas pesadillas de frío y oscuridad, pues lo único que veían mis ojos era la penumbra de una noche sin luna que me estremecía al pensar en el sueño insondable en el que me encontraba.


De pronto, como una aparición fantasmagórica de inverosímil descripción, se presentó ante mis ojos un resplandor que provenía de la profundidad de aquel espantoso lago, cubriéndolo de un espectáculo maravilloso de luz y colores. En ese momento de inefable beldad, traté de tocar el agua, pero no pude hacerlo, una fuerza mayor me sometía como si ésta tuviese voluntad y sólo pude mirar lo que aquel destello traía consigo. Una sensación horrible invadió mi espíritu al darme cuenta de lo que portaba aquella luz semejante a un espejo; lo que estaba mirando era mi reflejo. Me puse de pie implorando a la negra noche que cesara este tormento, pero no fui escuchada, un silencio de horas abrazó mis pensamientos y la niebla de aquel inmenso bosque comenzó a disiparse. Insoportables fueron los siguientes minutos que parecían horas, cerré mis ojos para no ver más esas tormentosas imágenes, pero se encontraban en mi mente arrebatándome la fuerza y la esperanza, no podía escapar de ellas, no podía escapar de mi misma.


Ante ese gran espejo, que envolvía de poderosas sombras a los preceptos de la vida y la muerte, mi mente comenzó a atravesar por los tortuosos senderos rodeados de enhiestos collados los cuales cubiertos de mantos verdes resplandecían bajo la luz del cielo como una bella danza de diversos colores. Aquel escenario de porte majestuoso se presentó ante mi en forma de una visión pérfida de eminente belleza e inmensurable esplendor que, al llegar estrepitosamente en mi memoria, logró hacerme recordar quién fui al mirar por un instante aquel baile de elegantes colores que componían, al son de una hermosa canción, las formas de mis recuerdos más hermosos, como un rompecabezas, que en mi memoria habían desaparecido.


Y entonces comprendí lo que había ocurrido, supe que no había más porque pelear, todo estaba perdido en medio de la niebla y del estruendoso viento que luchaba incesantemente por arrastrarme entre los árboles de un bosque oscuro sin salida, y lo único que podía sentir era el frío de un viaje sin retorno. Todo lo que creí verdadero se desvaneció en un instante, la soledad desquiciante fragmentaba mi mente en cientos de pedazos y rogándole al tiempo que esto no sucediera di la espalda a todo lo que algún día fui, envolviéndome de oscuridad nuevamente.


Repentinamente, el viento gélido, que portaba en su esencia el misterioso significado de la muerte, me tomó entre sus brazos llevándome a un viaje sin dirección a través del bosque y todos mis recuerdos quedaron encerrados entre gruesos cristales de hielo perpetuo en el oscuro lago de mis pensamientos. La nieve que provenía del oscuro firmamento comenzó a cubrir el bosque de pena y dolor; la tierra árida clamaba en silencio por las flores perdidas de amores olvidados, las espinas de rosas funestas se clavaban en mi pecho y no podía respirar; todo lo que podía percibir en ese instante era el frío de mi insondable soledad. La tristeza me invadió inundando de llanto cada rincón del bosque como una maldición eterna, y, la tierra, que mi soledad tocaba con tétricas manos, empobrecía el ánimo pues en esta no se hallaba flor alguna.


Mientras la tierra sucumbía ante el enorme temor creado por una noche desolada y triste, mi alma vagaba entre las perpetuas rocas que guardaron mis más bellas emociones y recuerdos de vidas pasadas que ahora yacen en el laberinto del olvido, lugar donde las rosas más hermosas se marchitan y convierten en polvo que impregna la atmósfera de olores pútridos que conforman las maldiciones más funestas cuya esencia es arrastrada por el impetuoso viento, llevándose consigo el maravilloso sueño de la vida para después enterrarlo entre paredes de arena que semejan una prisión asfixiante y desgarradora en lo más profundo de la tierra.


Sintió mi cuerpo desvanecerse ante la posibilidad de mirarme cubierta con el polvo fúnebre de mis sueños más queridos. Comencé a recodar lo que me hacía feliz, pero no pude sonreír al pensar que jamás volvería a sentir el candor de lo tangible durante el crepúsculo del firmamento, ni a oler los momentos efímeros que la brisa trae consigo al pasar entre los hermosos campos cubiertos de flores bajo la luz del cielo de un nuevo día. Quisiera volver a escuchar las canciones que la vida enriquece con la voz y el silencio de un instante mágico que envuelve los corazones de sueños etéreos y resplandecientes. Sin embargo, ya no podía más con este tormento de recuerdos desmesurados porque yacía inerte en el profundo sueño de la muerte que era una pesadilla que me estremecía a cada instante al no encontrar sosiego en ese sendero doloroso. Y lo único que me quedaba era esa sensación abismal de soledad eterna que inundaba mis ojos de un llanto infeliz porque todo a mi alrededor era gris, penumbra y desolación. 


-¡¡¡¿Qué debo esperar ahora que mi alma ha desfallecido en vida y en muerte?!!!-grité implorando que alguien escuchara mis palabras, pero nada pasó. El viento que, ferozmente llevaba mi ánimo en medio de tormento y pena, intentó llevarme hacia el laberinto de tierras ajenas donde los más terribles lamentos se escuchaban a lo lejos como un coro de melodías fúnebres que clamaban la paz de una eternidad que jamás llegaría. Traté con todas las fuerzas que me quedaban de luchar contra la tormenta que me guiaba hacía aquella multitud de enorme sufrimiento, pero todo fue en vano. Y mis ojos vieron lo que jamás habían visto, mi corazón sucumbió ante ese escenario de tristeza y desesperación; miles de almas perdidas en la oscuridad estaban buscando la luz de un consuelo que no merecían.


Cadenas de lamentos enlazaban cruelmente a las almas de los desdichados, llevándolos a caminos de inmensurable oscuridad como una procesión dolorosa destinada a flotar en las tinieblas de la amargura de la muerte. Miré mucho tiempo la espectral escena, cuando repentinamente un miedo sin nombre cayó sobre de mi, hundiéndome en esa atmósfera siniestra de esclavitud creada por los tormentos de aquellas sombras errantes que viajaban hacia una dirección sin retorno. Y un lazo oscuro apareció en mi corazón, envolviéndolo con todos mis tormentos y agonías, como si fuese parte de esa peregrinación nocturna de llantos y alaridos.


En el bosque comenzó a llover, las gélidas gotas caían sobre los mantos fúnebres que yacían en la tierra sin vida donde alguna vez habitaron las flores de una existencia ahora olvidada. Mis ojos se llenaron del agua que provenía del cielo para después caer sobre las paredes de arena donde mi cuerpo se encontraba inerte, inundando mi sepulcro de lágrimas y silencio. Clamé incesantemente que se detuviera esta agonía, pero el viento golpeó fuertemente mi rostro y me hizo recordar la oscuridad en la que me hallaba, encontrando la resignación entre la tierra que encerraba mis sueños más preciados y en la lluvia que no dejaba de caer atormentándome con las pesadillas de un fuego casi extinto.


Busqué en el tétrico y oscuro firmamento una salida del laberinto de emociones que estaba sintiendo, cuando de pronto aparecieron miles de estrellas que brillaban incandescentemente dando esperanza a los corazones que en sepulcros de hielo se encontraban. Y apareció una luz hermosa en el cielo que provenía de donde las cálidas aguas inundan al espíritu en pena y confortan su andar. Al mirar aquella luz pude regresar al sueño hermoso donde la vida y la muerte se miran frente a frente en un instante sublime, y una bella sensación de sosiego invadió mi mente, saliendo por fin de aquella terrible pesadilla de frío y oscuridad. De pronto, hubo un gran silencio de casi mil horas que ante mis ojos parecía una fantástica canción ejecutada por una maravillosa orquesta de colores e imágenes, colores que provenían de la luz reflejada en la nieve del bosque e imágenes fantasmagóricas de la combinación de sombras y brillos que danzaban al ritmo de una perfecta armonía. Todo aquello se quedó en mi mente plasmándose como un perenne recuerdo y fue entonces cuando desapareció el miedo y mi alma comenzó a bailar al son de la hermosa melodía que, en esos momentos, no quería que terminase jamás.


Entonces la luz descendió con gran estrépito y estruendo como el rugido de mil dragones furiosos, y, con la fuerza de todos ellos, hizo estremecer al bosque y a la tierra. Durante los minutos siguientes no hubo más armonía ni más silencio, todo se tornó de una luz cegadora y el ruido de mil sonidos me ensordeció, cuando de pronto cayó frente a mi aquella luz quebrando a la tierra que a mis pies se encontraba, y todo lo que vi dejó de existir. Aquél momento efímero de grandeza extraordinaria llenó de enorme calor al gélido bosque, convirtiéndolo en cenizas; las llamas de ese implacable fuego me abrazaron, consumiendo todo lo que quedaba de mi ser, regresándome a la tierra nuevamente.



El sueño hermoso de la vida me inundó de una inmensa alegría al mirar por un instante a las tiernas flores que de la tierra nacían y mis pensamientos quedaron inmersos en una dulce melodía que mis sentimientos entonaban porque en mi corazón no cabía tanto placer. Y en la tierra, los árboles volvieron a nacer de las cenizas que dejó el holocausto; el agua corría entre los hermosos valles dejando atrás los tortuosos senderos de la muerte; el viento susurraba nuevas canciones al pasar entre los árboles, dotando de fuerza a mi débil espíritu porque éste había renacido; y la llama de la vida, como fuego incandescente. llenó de gozo a mi nuevo corazón.


Ethain 

3 comentarios:

  1. De pronto me sentí sola en tu bosque, rodeada de sombras y la muerte acechando a cada paso que iba dando, el miedo se fue haciendo presente en mi y lagrimas de impotencia inundaron mis ojos, cierro los ojos con fuerza tengo miedo a abrirlos y que mi existencia sea solo un espejismo., al despertar descubro con alivio que todo fue solo un sueño. disfrute con tu relato.

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  2. Me ha dado un gusto enorme saber que has disfrutado de estos Cuentos Oscuros. Debo decirte que me encanto tu blog y muchas de tus palabras abordaron mi corazón, pero volveré por más.

    Espero tenerte de visita nuevamente y disfrutar juntas estos Relatos Extraordinarios.

    Saludos cordiales desde Alemania!!

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